Viajando

Guardo memoria de los atardeceres. Este es en México D.F.

Una de las razones por las cuales no escribía hace algunas semanas es que estuve de viaje, esa placentera actividad de abandonar el lugar en el que se vive e ir a un paraje completamente diferente.  No importa si es un pueblito cerca o un país lejano, ser nuevo y descubrir todo alrededor es sencillamente encantador, tanto que le quiero dedicar esta entrada en el blog.

Confieso que disfruto mucho viendo fotos de lugares remotos, preguntándome cómo será en realidad estar en cualquier postal, probar la comida, oler el mercado, salir de paseo caminando una tarde…por eso cada vez que llego a una esquina desconocida me gusta sobre todo contemplarla.

Creo que los viajes han sido el mayor aprendizaje de mi existencia, empezando por las correrías familiares entre Cali y Bogotá en los años 90, pasando por los campamentos como scout, las visitas a los amigos que viven lejos, y después el ánimo por explorar esta belleza llamada Latinoamérica.

Aunque he viajado poco, siento que cada ciudad que he tocado se ha instalado en mí, por eso trato de comer cada cosa, de andar las calles (ojalá las no turísticas), de conversar con los lugareños, de salir con los que también están de paso, de respirar ese aire que quién sabe cuándo va a volver a pasar por mi nariz…todo en un viaje merece la pena.

Y si hay algo que realmente amo de viajar es encontrarme con tantas personas maravillosas, amigos que ves un par de noches y luego son estación obligada cuando estás en su ciudad. Seres que te enseñan un mundo que no conocías, que tal vez es un poco parecido y un poco distante a la vez, de los que aprendes palabras nuevas, e historias asombrosas.

Todos los viajes son anecdóticos, o quién no tiene una historia de finca, o de viaje en carro con los papás. Un viaje es siempre una experiencia que enriquece, que transforma, que enseña. Es imposible visitar un lugar y seguir siendo el mismo, cada rostro expresivo, cada comida servida, cada paisaje visto, son nuevas estaciones en el ser, fragmentos que se vuelven emociones.

Uno no es de donde nace, ni de donde muere…uno es de todas partes, de cada suelo que se pisa, de cada latitud que se añora. Viajar es expandirse, llenarse de amigos, coleccionar fotos que nunca se tomaron, admirar la diferencia de cada cielo, tomarse un trago nuevo, sentirse perdido en la inmensidad, encontrarse con una sonrisa desprevenida, ver que uno no es ni tan común, ni tan corriente como pensaba, descubrir calles, hacer cuentas, andar sin miedo.

Concuerdo con Maurice Maeterlinck (escritor belga): lo mejor de los viajes es lo de antes y lo de después.

7 comentarios sobre “Viajando

  1. Que buen texto, definitivamente viajar es una de las mejores experiencias en la vida, cada aroma, cada, color, cada conversación de señales y de pensar lo que se quiere expresar para romper barreras de idioma, cada sabor, cada forma de vestir que uno se encuentra en el camino cambia nuestra visión del mundo, de ese entorno que dejamos atrás y de ese que esperamos adelante… te recomiendo Viajes de Heródoto, de Kapuscinski…

  2. Qué bonito es tener en esas líneas que escribes, un poco de tí y saber que en ellas también hay un poco de las inquietudes que se sembraron desde tu niñez por parte de tu familia. Eres un encanto!

  3. La frontera esta en la cabeza y recorrer los caminos, paisajes, personas es ampliar y abrir eslabones en la entendedera.
    Bonito texto amorcito.

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