En la cuerda floja

«Life should be lived on the edge of life.
You have to exercise rebellion: to refuse to tape yourself to rules,
to refuse your own success, to refuse to repeat yourself, to see every day, every year,
every idea as a true challenge – and then you are going to live your life on a tightrope»

Philippe Petit

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Hace años, cuando visité las Torres Gemelas ,por primera (y única) vez, vi una foto increíble. En la imagen un hombre menudo caminaba en aparente tranquilidad sobre un cable tensado en el techo del último piso de los dos edificios. Mi tío, quien trabajó en el World Trade Center durante varios años me contó la increíble historia del loco francés, pensando a mis 12 años que ese era un falso cuentito.

Ayer vi el documental «Man on wire», y sin embargo este ‘post’ no es sobre la iluminación, la fotografía, o la excelente narrativa del mismo. Tampoco sobre los personajes ataviados en una amistad que solo es posible a través de un sueño común. Quiero escribir sobre cómo es vivir en la cuerda floja, o cómo lo entendí al ver esta pieza tan sensible y poética.

Comencé esta entrada con una frase  que dice el protagonista casi al final, donde cada palabra tiene un sentido completo, y donde el párrafo se convierte en una suerte de decreto, en una forma única de comprender la existencia y sus días. Las personas que conozco (o la mayoría de ellas) se sienten exitosas cuando han renunciado a todo aquello que allí se expone: son gente que saben a qué horas despiertan y a qué horas se acuestan, pueden definirse durante años usando cuatro o cinco palabras, quieren trabajos que duran para siempre, tienen los pies bien puestos en la tierra, saben lo que quieren y van por ello…

Y de repente, me he cruzado con estos seres que trazan una línea entre dos edificios, y se deciden a cruzar. No importa si es la tarea titánica de aprender sobre otra cultura, o el sueño de emprender un negocio que parece absurdo, o la idea extraña de vivir siendo dueños de su tiempo y de su espacio con un trabajo que genera poco dinero y muchos retos. Ellos son del equipo de Philippe Petit, porque además logran contagiar la emoción, y cuando lo hacen es un espectáculo de gracia y absurdo, y los que vemos no sabemos si reír o llorar, porque jamás lo creímos posible.

Pero lo más increíble de todo es que para ellos la etiqueta no es necesaria, no es cuestión de saber qué va a pasar, es cuestión de intentarlo. Estirar los límites, expandir la mente, sentir que si es imaginable vale la pena el trabajo. ¡Y hay que ver cuánto trabajo! Porque los que caminan en la cuerda floja no son nada flojos, están comprometidos con lo que sienten, lo visualizan, lo construyen, lo comparten, lo vuelven colectivo, escuchan a los adeptos y a los escépticos, son tenaces, y son íntegros. No hay otra manera de lograr serenidad para cruzar esa línea entre la vida y la muerte. Es línea que metafóricamente es la vida.

Entonces, negarse a las reglas,  al propio éxito, a repetirse, comprender cada día como un reto, asumir cada idea como un desafío. Y pareciera que no hay otra manera de vivir, aunque si hacemos el ejercicio con honestidad todos sabemos que hemos renunciado (aunque sea un poquito) a alguna de estas cosas.

Hay quienes dirán que es un delito, que está mal querer ir más allá, y hay que dejarlos. El viento, la tensión, la capacidad de reinvención no están hechos para todos, pero algunos como Philipp crean una atmósfera completa de una circunstancia irrepetible, tan inspiradora que casi 40 años después me sirve de excusa.

5 comentarios sobre “En la cuerda floja

  1. TE FELICITO NADYA, TIENES MUY BUENA «PLUMA», Y CLARO EL DERRCHO A REHACERNOS TODOS LOS DIAS ES DE FUNAMBULEROS, ES TAMBÍEN MANTENERSE AL BORDE DEL PRECIPICIO COMO FORMA DE VIDA, ES NO TENER VERDADES ABSOLUTAS Y SER HUMILDE CON LA VIDA ACEPTARLACOMO BÍENE PORQUE ES ASI COMO LA LOGRAMOS ASIR, TODOS LOS DIAS SON DISTINTOS Y SON UN RETO, ANTE TODO PARA VIVIRLOS INTENSAMENTE, EL SENTIDO DEL FUNANBULISTA

  2. Linda Nadya!!! Gozando y contemplando el viaje de la vida en marcha…. haciendo equilibrio entre las buenas y malas experiencias sin dejar de creer que lo que uno imagina ya es una posibilidad en el camino…

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